Startups, ¿antagonistas o compañeras de las empresas tradicionales?

Que el mundo está cambiando es un hecho, y, en este nuevo capítulo del mundo de los negocios, el emprendimiento está en auge. Con ello, existen desde más de 40 años, las startups. Las empresas tradicionales son conscientes de estos cambios y saben que deben colaborar con este tipo de empresas, trabajando “codo con codo”.

Las dos conviven en el mismo ecosistema y trabajan de la mano, pero, aunque sean capaces de convivir, también se vigilan y se miran con recelo. Las startups están haciendo una gran contribución, de eso no cabe duda, pero las empresas tradicionales siguen existiendo y aún tienen mucho que aportar.

El mundo de los negocios necesita que ambas colaboran, pero ¿a qué se debe este enfrentamiento?

Muchas compañías tradicionales prefieren crear desde cero una empresa o comprar una startup antes que colaborar con ellas. Esto se debe a que no confían en que sobrevivan mucho tiempo, o que estas pueden cambiar de forma radical y no puedan darles el soporte que necesitan. Además, muchas startups no pueden satisfacer siempre las necesidades que requiere una gran empresa, al estar en el inicio de su actividad y no tener capacidad suficiente.

Parte de la desconfianza también radica en que creen que si esta pequeña empresa no obtiene los “beneficios esperados” podrían retirarse del trato. Las ideas innovadoras que caracterizan a las startups muchas veces no convencen inicialmente a las grandes empresas. El motivo es que no están suficientemente válidas para asegurar de la viabilidad económica y técnica.

Además, las startups son como los jóvenes en el mundo de los negocios; necesitan todo de forma inmediata, respuestas y acciones rápidas. Mientras que las compañías tradicionales son como los adultos; necesitan tiempo para formalizar todo, por contar con procesos más lentos tanto en la toma de decisión como en la ejecución. Resultado: las dos se entienda, como si de una relación entre un padre y su hijo adolescente se tratara.

Las startups desconfían mucho de las empresas tradicionales. Uno de los grandes temores es que las grandes empresas les roben sus ideas innovadoras, su producto o su capital humano. Como se ha comentado antes, las grandes empresas tienen procesos más lentos, aunque cuando se debe tomar decisiones radicales, esas son capaces de cancelar cualquier proyecto iniciado sin previo aviso. Otro motivo por parte de las startups de desconfiar de las empresas tradicionales.

Ambas comparten la mayoría de sus temores. Uno de ellos, la desconfianza que tienen en que el otro abandone el proyecto iniciado en cualquier momento. Otro son las diferencias en los timings de los procesos que tienen estos dos tipos de empresas.

Aunque existen diferencias entre las startups y las empresas tradicionales; deben colaborar para que ambas puedan crecer y desarrollarse gracias a esa colaboración. Para ello, deberán superar esas barreras reales y trabajar conjuntamente. Para vencer sus miedos y prejuicios es fundamental que se afanen en conocerlos, aceptarlos y enfrentarse a ellos.

Además, es importante tomar consciencia del ciclo de vida de una empresa. Una startup, si cuenta con un equipo válido y un contexto favorable, en algún punto de su trayectoria madurará, convirtiéndose en una empresa grande. Es decir, se convertirá en ese “rival” que era tan diferente.

Por todo ello, colaborar no es una opción, sino una necesidad. Frente al planteamiento clásico y erróneo de ver a estos dos tipos de compañías como antagonistas dentro del ecosistema empresarial, veteranas y noveles (que diría Plácido Domingo) deben colaborar y crecer juntas para seguir escribiendo su historia.

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