Los 5 errores más comunes al emprender una startup

Generalmente, fundar una startup empieza con una combinación vibrante de urgencia y entusiasmo. La sensación de estar construyendo algo que es propio, algo que tiene el potencial de cambiar una industria o solucionar un problema verdadero puede ser muy poderosa. No obstante, es sencillo cometer errores que pueden ser fatales, debidos a la mezcla de emoción y apuro del emprendedor. De hecho, muchos de ellos se repiten en estudios, ensayos y análisis publicados por voces expertas del ecosistema emprendedor.

Uno de los fallos más extendidos —y paradójicamente más evitables— es lanzarse a construir sin validar. Diversos inversores entrevistados por Ecosistema Startup insisten en que una parte sorprendentemente alta de proyectos nace sin haber contrastado si el problema existe en la dimensión que el fundador imagina. Andy Budd, en su análisis sobre los tropiezos habituales al levantar capital, coincide: demasiados emprendedores se enamoran de su solución antes de comprobar si alguien realmente la necesita. Es el clásico “producir antes de escuchar”, un error que cuesta tiempo, dinero y, sobre todo, foco.

A esa falta de validación suele sumarse algo aún más sutil: la obsesión por añadir funciones. Startups Magazine señala que muchos equipos caen en la tentación de construir productos complejos, pulidos o excesivamente amplios antes de salir al mercado. El mito del “producto perfecto” bloquea el aprendizaje real, ese que solo llega cuando la solución se enfrenta al usuario. Como dicen algunos fundadores entrevistados por Viva Technology, la simplicidad no es falta de ambición: es una estrategia de supervivencia.

El equipo es otro de los pilares donde más tropiezan las startups. Paul Graham, una de las voces más influyentes de Silicon Valley, lo formula sin rodeos: “Las startups no mueren por falta de ideas, sino por falta de equipos que puedan ejecutarlas”. Trabajar con socios elegidos por amistad, afinidad emocional o urgencia en lugar de complementariedad profesional es un error que se menciona repetidamente en análisis de Diario Financiero y de otros observadores del ecosistema. A esto se suman problemas de roles mal definidos, falta de acuerdos fundacionales claros o expectativas no alineadas. Ecosistema Startup, en su revisión de errores jurídicos, recuerda que la falta de estructuras internas sólidas suele pasar factura precisamente cuando la startup empieza a crecer.

Cuando llega el momento de levantar capital —una etapa que muchos esperan con ilusión y otros con vértigo— emergen nuevos errores, igual de previsibles pero igualmente comunes. Andy Budd explica que muchas startups se presentan ante inversores con valoraciones irreales, métricas inconsistentes o una narrativa excesivamente técnica. Los analistas de Allied VC, centrados en errores típicos durante rondas de Series A, añaden que la ausencia de un plan claro de crecimiento y adquisición de clientes es una de las principales razones por las que los fondos dicen que no. En palabras de Goidara, consultora especializada en inversión temprana, los inversores no buscan “ideas brillantes”, sino “modelos capaces de sostenerse con datos y coherencia”.

A todo esto se suma un ingrediente psicológico que atraviesa muchos de los textos analizados: la rigidez. Paul Graham lo menciona como uno de los errores que más matan startups: la incapacidad de cambiar, de escuchar al mercado, de aceptar que la idea inicial quizá no era la correcta. La resistencia al pivote, señala, no suele ser racional; nace del orgullo, del desgaste o del miedo a reconocer que algo no funciona. Y sin embargo, las startups que sobreviven —y sobre todo las que escalan— son aquellas que tratan el cambio no como un fracaso, sino como una herramienta.

La mayoría de estos errores tienen algo en común: nacen de una mezcla de prisa, ilusión y falta de contraste con la realidad. Por eso, entidades como Sherpa Tribe, que acompañan a los emprendedores con formación, red, visibilidad y apoyo estratégico, son tan relevantes. Más que evitar errores —algo imposible en un entorno tan incierto como el emprendimiento— ayudan a crear una mentalidad preparada para aprender rápido, validar y corregir rápido.

Porque emprender no es acertar a la primera: es escuchar, ajustar y avanzar. Es edificar no a partir del ego, sino de la respuesta del cliente. Se trata de comprender que la competencia de una startup no está en tener la idea más brillante, sino en la capacidad más sólida para adaptarse. Admitir estos fallos no es una señal de debilidad, sino el primer paso hacia un desarrollo más consciente, real y efectivo.

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